Recuerdo perfectamente aquella mañana en la que mi padre me despertó con una mala noticia. En realidad no era mala, era peor que eso. Al menos para un niño de 9 años que todavía creía en la inmortalidad. "Mijatovic se va al Madrid", me dijo. No pude responder, simplemente pensé que era una broma más de su repertorio. Cuando noté que mi padre insistía, me quedé quieto, inmóvil. Mi organismo se paralizó. No llegué a llorar, pero sé que por dentro estaba deshecho. Me habían quitado aquéllo que más quería. Necesité varios días para asimilar su marcha. Los niños están compuestos del material de los sueños, y a mí me acababan de destrozar el mejor de todos. Fue entonces cuando entendí el primer mandamiento del aficionado: no tengas ídolos.
Años después, desoyendo todo lo que aprendí con aquella traición, me enrolé en un nuevo proyecto de ídolo: Mendieta. Capitán, canterano y estrella. Era nuestro y deseado. Jamás se iría del Valencia, estaba seguro. "Si ha crecido aquí, cómo se va a querer ir". Y se fue, con otra puñalada a mi esperanza ciega. Poniendo fin a mi infancia futbolística. Aquella rueda de prensa de Mendieta me abrió los ojos. Tenía que crecer e independizarme de los ídolos.
Desde entonces creí mantenerme al margen de toda identificación individualista en el mundo del fútbol. Pasaron grandes jugadores por Mestalla, pero preferí centrarme en el conjunto sin señalar a nadie por encima del resto. Con eso gané estabilidad emocional como aficionado y cierta distancia para analizar con más acierto lo que sucedía alrededor del balompié.
Pero la pelota tiene lazos emocionales que te atrapan sin que te des cuenta. Villa ha ido poco a poco encantándome con sus goles, carreras y compromiso y su marcha me ha despertado.
Es posible que me acercase a su figura como admirador y haya acabado ascendiéndolo a los altares. Pero juro que no me he dado cuenta hasta que ha dicho adiós. No era consciente, pero he de reconocerlo. Sí, Villa era mi ídolo.
Años después, desoyendo todo lo que aprendí con aquella traición, me enrolé en un nuevo proyecto de ídolo: Mendieta. Capitán, canterano y estrella. Era nuestro y deseado. Jamás se iría del Valencia, estaba seguro. "Si ha crecido aquí, cómo se va a querer ir". Y se fue, con otra puñalada a mi esperanza ciega. Poniendo fin a mi infancia futbolística. Aquella rueda de prensa de Mendieta me abrió los ojos. Tenía que crecer e independizarme de los ídolos.
Desde entonces creí mantenerme al margen de toda identificación individualista en el mundo del fútbol. Pasaron grandes jugadores por Mestalla, pero preferí centrarme en el conjunto sin señalar a nadie por encima del resto. Con eso gané estabilidad emocional como aficionado y cierta distancia para analizar con más acierto lo que sucedía alrededor del balompié.
Pero la pelota tiene lazos emocionales que te atrapan sin que te des cuenta. Villa ha ido poco a poco encantándome con sus goles, carreras y compromiso y su marcha me ha despertado.
Es posible que me acercase a su figura como admirador y haya acabado ascendiéndolo a los altares. Pero juro que no me he dado cuenta hasta que ha dicho adiós. No era consciente, pero he de reconocerlo. Sí, Villa era mi ídolo.
2 rajes:
Jo vaig despertar amb lo de Mijatovic. Lo de Mendieta me va sentar mal per les formes, es va cagar en el VCF de forma irrespectuosa. Lo que me va sorprendre va ser lo de Farinós, lo que tu pensaves de Mendi jo ho creia del Fari...
Lo de Villa, es que no m'ha fet ni aire. Me va sentar pitjor lo de Albiol, i no per vendre-lo, sinò per fer-ho al Madrid desprès de lo de "Freedom for Villa".
Els jugadors passen, i el VCF està condemnat, llevat que vinga un Abramovic, a vendre jugadors, be per a regenerar-se o per problemes econòmics, que els hem tingut sempre, i amb la fauna que tenim ací, els continuarem tenint.
Lo de Mijatovic fue el momento más duro de los tres, evidentemente. Era muy pequeño y todavía no estaba acostumbrado.
Farinós y Albiol es verdad que molestó, pero no me había identificado con ellos como para dolerme tanto su marcha.
Y Villa, qué te voy a decir. Me han dado ganas de romper el ordenador cuando lo he visto haciéndose con el escudo del Barcelona...
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