¿Qué se le dice a una persona que te ha hecho feliz durante diez años? ¿Cómo puedes devolverle en una frase todo lo que te ha dado? Es sencillo despedirse de alguien cuando sabes que habrá una próxima vez, pero duele en el corazón hacerlo cuando te enfrentas a vuestro último momento.
A Baraja le acompañaba un aire de hombre serio que no engañaba. Dentro del campo no se transformaba, mantenía su rigidez facial, miraba con cara de orden y señalaba a todo aquel que necesitaba un toque de atención. Seguramente sólo se dio una tregua aquella noche de abril en la que marcó dos goles al Espanyol y emocionó a los presentes con su fuerza, liderazgo y carácter. Mestalla al unísono gritó con rabia sus tantos, se levantó y rompió a llorar de alegría. Rubén Baraja había ganado una Liga.
Pedro Cortés dijo en su día que Mendieta era el murciélago del escudo. El tiempo le dejó en evidencia. Seguramente debería haber reservado esa insignia para el Pipo. Baraja es el futbolista que más se acerca a lo que uno entiende como "valencianista". Es difícil encontrar jugadores tan implicados como el vallisoletano. El compromiso es algo que normalmente se aparca hasta el momento de cobrar, pero el '8' ha demostrado que todavía existe un resquicio para la esperanza: se apretó el brazalete cuando el equipo rozó el descenso a Segunda, encabezó los mejores años del club y fue el motor de Benítez, la brújula del equipo.
Desde hace casi diez temporadas, si alguien quería saber cómo había jugado el Valencia sólo tenía que hacer una pregunta, "¿Qué tal ha estado Baraja?". Si la cara es el espejo del alma, Baraja era el reflejo del equipo.
Su cualidad más admirable no eran sus precisos desplazamientos en largo, ni su visión de juego, ni siquiera su llegada. Era su personalidad. Sin ella hubiese sido uno más. Pero el Pipo jamás se escondía, siempre quería estar en medio de la jugada. Pedía la pelota hasta en los partidos más aciagos, le gustaba saberse al borde del abismo. Era un reto constante acertar en el pase, contentar a una de las gradas más exigentes de España aunque supiese que en condiciones normales se iba a ganar una sonora pitada.
En su contra jugaron la cercanía con Juan Soler y sus continuas lesiones musculares. Dejó cojo al equipo mucho tiempo, pero eran ya los achaques de una edad que no perdona a los futbolistas.
Baraja ha sido, y no corro el riesgo de exagerar, el futbolista más completo que ha visto Mestalla en las últimas 3 décadas. Seguramente Claramunt fue su predecesor en el centro del campo del Valencia. Y de eso hace ya muchos años. Clave en los títulos de principio de siglo, pasará mucho tiempo hasta que un jugador similar dirija, distribuya y lidere al Valencia como lo ha hecho él.
Contra el Tenerife será su último partido. La conclusión de un trabajo bien hecho. Un final que no por esperado duele menos. Con Baraja llegó un jugador y se va un valencianista. Será la última oportunidad de demostrarle lo importante que ha sido y de abrazarle con aplausos. Un agasajo colectivo que no olvide nunca. Digámosle que le queremos. Yo, al menos, así lo siento.
1 rajes:
Baraja = Judas
Gracias a su amigito Soler, mira como estamos. Vete con tu amo, traidor.
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