Villa, mi orgullo

El verano de 2009 lo pasé íntegramente en Argentina. Argentina es un país agradecido con quien lo visita, un territorio infinito pero unido, cosmopolita en sus paisajes, potencialmente rico pero tradicionalmente pobre. En Argentina uno se siente como en casa y descubre la esencia de sus habitantes con una atracción pasmosa. Te marchas, pero te pasas la vida queriendo volver.

Es un tópico más, pero el país de Maradona se puede definir en tres palabras: carne, tango y, sobre todo, fútbol. El fútbol reina en las conversaciones diarias y se vive con una pasión que en ocasiones desborda el cauce de la racionalidad. Pero es un deporte que, bien entendido, puede convertirse en un nexo, en un puente cultural. Mucho más entre argentinos y españoles.


Una mañana de agosto conocí en las afueras de Buenos Aires al que hoy es un buen amigo. Comencé a hablar con él y enseguida me preguntó de qué parte de España era. Cuando le dije Valencia se le encendieron los ojos y con una apreciable admiración me contestó: -Villa. Lo que más conocía de Valencia era David Villa. Quizá de manera instintiva se me hinchó el pecho. A ese jugador que para él era uno de los mejores del mundo yo lo veía cada quince días en Mestalla. Era mío. Por eso, cuando volví a casa un mes después, le envié una camiseta firmada por el Guaje.

Ahora que David Villa se ha convertido en el máximo goleador de la historia de la selección española me acuerdo de aquel momento en el que el '7', sin saberlo, nos acercó un poco más. El asturiano se ha convertido en inmortal y supongo que mi amigo podrá alardear, hoy todavía más, al pasearse con la camiseta de Villa. Para mí será un orgullo simplemente decir que le vi jugar.

3 rajes:

CHEdigital blog dijo...

Muy buenos, me ha gustado este y el anterior. Es una visión distinta, "más humana"

Lobo dijo...

Preciosa entrada Esteban, muy sentida y muy bien contada.

Esteban Fernández dijo...

Muchas gracias a los dos. Espero que os sigan gustando.