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El Valencia, la Copa y Andalucía (II)

Ayer conté una de las páginas de oro de la historia reciente del Valencia, la final de Sevilla, pero la última visita del equipo a Andalucía se produjo dos años después a una pequeña ciudad granadina, Guadix.

Cuando nombro esa localidad es posible que a muchos valencianistas les salgan sarpullidos o no lo soporten y tengan que taparse los oídos. Aquella noche del 3 de enero, el Valencia de Cúper, el Subcampeón de Europa, fue humillado por un conjunto de 2ª B.

Andrés Palop tuvo una de sus peores noches como futbolista e imitó hasta en tres ocasiones a la Pantoja. El de L´Alcudia fue el peor de un buen número de jugadores que rayaron ineptitud.

Guadix duele en la cabeza y en la memoria. El Valencia empató a cuatro en el descuento, después de remontar un 3-0 en contra. Zahovic transformó un penalti en el 92' -siempre he pensado que el único penalti que falló el esloveno en toda su carrera fue el de Milán- y en la tanda definitiva Angulo envió el esférico a alguna huerta cercana.

La tragedia se consumó y provocó una de las crisis que supusieron el adiós meses después de Héctor Cúper como técnico 'ché'.

Aquel grande, fuerte y potente equipo había sido eliminado por un don nadie a las primeras de cambio. Parecía como si toda España se estuviese riendo de nosotros, como si fuésemos los bufones del país.

Sevilla y Guadix, el cielo y el infierno. Todo en la misma competición. Mañana toca dar la cara en el Puerto de Santamaría. El Valencia vuelve a Andalucía para rememorar Sevilla.

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El Valencia, la Copa y Andalucía (I)

El recorrido del Valencia por la Copa del Rey en los últimos 8 años nos ha dejado menos partidos de los que hubiésemos deseado, y dos visitas a tierras andaluzas, cada una con un final bien distinto, pero ambas han quedado grabadas en la memoria del aficionado valencianista.

Cada vez que escuchamos el nombre del torneo del KO nos acordamos de aquella noche en Sevilla y suspiramos por que se repita. Entonces éramos unos novatos y ganar se nos quedaba grande, no sabíamos ni cómo se hacía.

El equipo de Ranieri tenía el 26 de junio de 1999 el complicado reto de convencer a toda una generación de que el Valencia también ganaba títulos, de que las batallitas que les contaban sus padres y abuelos no eran mentira.

Los "soldados" de Claudio Ranieri tumbaron con tres zurdazos al Atlético y pusieron los cimientos de un Valencia campeón en España y en Europa.

Miles de seguidores blanquinegros habían deambulado incluso por el desierto de la Segunda División y un título de su equipo les despertó de la eterna pesadilla. Fue una noche de explosión y de alivio. Un bálsamo para el palmarés olvidado de un histórico de España.

Esa victoria aportó convicción en un estilo y la confianza de que las cosas se estaban haciendo bien. No era descabellado mirar más alto, tocar el cielo y plantarle cara a los más grandes.

El partido de Sevilla fue el comienzo del camino, el inicio de una peregrinación hacia el mejor Valencia de la historia. El Valencia del Dobete.

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Tres puntos de sutura (1-0)

Sin banquillo. Así comenzó y terminó el Valencia el partido de ayer contra Osasuna.

Al principio porque los habituales asientos donde descansan los suplentes habían sido retirados por la pequeña inundación que se produjo la semana pasada, y a la conclusión, porque las lesiones están azotando a un equipo que ha perdido a varias piezas básicas de su once y que debe recurrir al filiar para completar las convocatorias.

Dicen que los navarros venían muy pendientes de Villa, pero basta con que te despistes un instante para que el asturiano te la juegue. Otra vez combinó con Morientes y sumó un nuevo tanto a su cuenta goleadora.

Hasta el final de la primera parte se vio un partido, que seguramente se pueda titular como pre-Albelda, pero tras el comienzo de la segunda llegó el nerviosismo y el 'patiment'.

La lesión del capitán creó un nuevo ecosistema futbolístico en el que ni el depredador pudo cazar a su presa -Villa no inquietó más-, ni los 'croupiers' repartieron la baraja con criterio -Jorge López y Viana no andaron finos a la hora de sustituir a Albelda-.

El partido post-Albelda llevó consigo sufrimiento, suerte y agonía. Ésto último más si cabe porque da miedo pensar en los próximos partidos sin el de la Pobla Llarga.

Pero, ¿En todo lo que pasó en la segunda mitad, qué culpa tiene Quique? El madrileño tuvo que hacer encaje de bolillos y jugó con Viana y Jorge López, prácticamente la única opción. No entiendo ni comprendo a aquellos que critican al técnico valencianista, ¿Qué más quieren?

Ayer hubo dos partidos en uno, y aquél en el que Quique contaba con sus armas, Osasuna no supo si jugaba Cañizares o Butelle. Oportunistas hubo, hay y habrá siempre en Valencia.

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Más allá del telón (2-0)

Son equipos Champions por mérito propio. Se lo han ganado ellos solitos, pero ¿Qué les pasa cuando salen de su entorno? Es evidente que enfrente tenían a uno de los mejores jugadores del mundo en su mejor estado de forma, pero tampoco es excusa. Contra la Roma perdieron 4-0...

Son tímidos, cobardes, introvertidos. Dejan la garra y la fuerza para otro día. Ni siquiera son inteligentes, porque en el segundo 35 ya cargaban con una tarjeta amarilla, que al final se convirtió en expulsión.

Seguramente cambiarán la imagen dentro de dos semanas, pero de qué sirve. Apretar cuando juegas delante de los tuyos se da por hecho, el mérito es hacerlo más allá de los aplausos y ánimos.

A todo esto, y ya por parte del Valencia, Villa es una máquina. No en el sentido de que es un fenómeno, que lo es, sino que no falla, siempre lo hace bien. Joaquín resurge, aunque sólo sea con detalles, pero ya es más de lo que le habíamos visto de blanquinegro.

Lástima del gol de la Roma en Atenas, puesto que el primer puesto aún no está en las manos de los de Quique.

3 partidos, 3 victorias, y a ver si superamos aquella liguilla de la 02-03 con 5 encuentros ganados y 1 empatado.

Y que Villa no se duerma, que despierto está muy "guapo".


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La historia se repite (3-2)

Francamente mal. Horrible. El Valencia de hoy ha sido una caricatura, un dibujo mal hecho, un sueño sin recordar. Hoy ha fallado hasta Cañizares, y con eso cualquiera se puede hacer una idea del partido. Una tarde para olvidar.

Volvía el Valencia al horario de las cinco de la tarde. Después de la paella y con el sueño en el cuerpo saltaron los de Quique a Balaídos. Para empezar, una primera parte nefasta, a pesar de adelantarse en el marcador. La defensa de Quique fue muy humana, tropezó varias veces con la misma piedra, una piedra fácil de ver y de esquivar. Los de Fernando Vázquez siguieron la línea de la Roma y pusieron en continuos apuros a la zaga 'ché'.

Se dejó apabullar por un juego sencillo. Los locales parecían jabones que se escurrían de las manos. La espalda de Ayala y Navarro estaba superpoblada de ratones celestes. Unos roedores que no daban con el arco de Cañizares, pero se sabía que en cuanto lo hiciesen, se iban a forrar.

Con un simple juego de mediaspuntas móviles, versátiles y escurridizas, el Celta consiguió enloquecer a Ayala y David Navarro. Con todo, el Valencia tuvo la posibilidad de llegar al descanso con una victoria momentánea.

Un preciado tesoro que dejaron escapar porque no aprendieron de sus errores. Si un equipo de juveniles marca en el 41 y le empatan en el 44, el entrenador tiene licencia para ahorcarles. No me quiero imaginar la bronca de Quique Sánchez Flores.

Por si fuera poco, en Balaídos apareció el fantasma más temido por los valencianistas. El temor de una nueva lesión de Vicente inundó la mente de todos los presentes, radioyentes y televidentes. El de Benicalap fue cazado y posiblemente esté lesionado. Pidamos para que no sea de gravedad.

En el plan de Quique falló la defensa. El Valencia tuvo varias ocasiones para marcar, incluso más que en algún otro partido que han ganado los blanquinegros fuera de Mestalla, pero el asedio celeste derribó la antes fuerte y aguerrida muralla 'ché'. Por delante el partido no fue malo, el Valencia marcó dos goles y pudieron ser más.

Morientes tuvo el empate justo en su pie izquierdo, pero el extremeño no es zurdo, ni tampoco un mago. Remató dos veces a puerta y marcó un gol. Poco más se le puede pedir.

Parece que la historia es cíclica. Hace seis años el Valencia perdió en Vigo por 3-2. La historia fue diferente, pero la dirección del partido fue idéntica. A partir de ahí el Valencia fue subcampeón de Europa y comenzó la etapa dorada de Rafa Benítez. ¿Se repetirá la historia?

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Aquellas fallas del esperpento

Mañana el Valencia disputa en Balaídos un partido mucho más complejo de lo que indica la clasificación. Cierto es que el fútbol es un estado de ánimo, y los de Quique van sobrados de esa preciada especia balompédica, pero la deslealtad de esta caprichosa circunstancia aconseja no apostar nunca por ella.

Repasando el histórico de enfrentamientos de ambos conjuntos en Vigo, me he dado cuenta de que la última derrota de los ‘ché’ por tierras gallegas fue en la campaña 00-01, y para el que no lo recuerde… ¡Menudo esperpento!

Eran días de grandeza europea y de olvido liguero. Jornadas falleras –se jugó un 18 de marzo- de ilusión y esperanza. La Cuperativa acababa de ser reforzada con un prometedor Pablo Aimar, joven y tímido pero todo un escultor del fútbol. El equipo vivía inmerso en la locura de la Champions, y la Liga no era más que una rémora.

Todo el mundo esperaba con anhelo que llegase el partido de cuartos de final contra el Arsenal. La Liga de Campeones era ese delicioso caramelo que nadie quería terminárselo, y España quedaba en un segundo plano.

Los petardos explotaban, las falleras paseaban y las calles estaban engalanadas como una dama que se arregla con precisión para el día más importante de su vida. Las fiestas llegaban a su fin, pero aún faltaba por jugar el Valencia y lo haría justo en la misma ‘Nit del Foc’, pero al que quemaron fue a él mismo.

Juan Sánchez acertó a la primera y el Valencia se adelantó pronto en el marcador, pero no por mucho madrugar amanece más temprano. Justo al comienzo de la segunda mitad fue el Celta el que golpeó por partida doble, o mejor dicho, Daudén Ibáñez se cebó con los de Cúper.

Dos penaltis, a cada cual más ridículo, fueron los culpables de la remontada local. El colegiado turolense hizo de Rompetechos y Karpin introdujo el esférico en la portería de Cañizares en ambas ocasiones.

Un poco más tarde, el estonio se encargaba de ensanchar las distancias con el gol del ‘hat trick’. El Valencia se encomendaba a San José para conseguir algo positivo de Balaídos.

El Santo bajó a la Tierra para que Vagner se metiese un gol en propia puerta y a Daudén Ibáñez le diese un ataque de benevolencia extrema, haciendo gala de su estrepitosa deficiencia visual. El árbitro señaló otro penalti –esta vez a favor del Valencia- en el último minuto de partido.

El Kily agarró la pelota ante la ausencia de Mendieta. Cogió carrerilla, esperó a escuchar el silbato del trencilla, comenzó la carrera, impactó fuerte con el cuero y lo envió… justo a Cavallero. 3-2 y fin del esperpento.

Han pasado 5 años, un tiempo en el que el Valencia le ha recordado a toda España que también gana Ligas –una de ellas encauzadas en el mismo Balaídos-. Esta vez no son Fallas, ni tampoco estará Cúper, ni Daudén Ibáñez, ni fallamos penaltis.

Pero estará Iturralde González, confiemos en que no habrá esperpento, pero sospechemos del árbitro con más ansias de protagonismo de Primera División.

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¡Al ladrón!

Seguramente Ricardo Zamora –el Divino- es el mejor portero de la historia del fútbol patrio. El único futbolista español que ha sido el mejor del mundo en su época. Todo un mito del deporte nacional.

Zamora tuvo el detalle de dejarnos un gran legado deportivo en su testamento. El primero de ellos, el que más afecta al Valencia, fue su hijo. Ricardo Zamora Jr. no llegó nunca al nivel de su padre -no jugó con España-, pero fue el portero del primer Valencia grande de Europa en la década de los 60.

El segundo fue su gran parada por antonomasia, la “zamorana”. Zamora solía despejar el balón con un movimiento de codo que rechazaba el balón con fuerza fuera del área. Una parada que se ha mantenido en los manuales de fútbol a pesar del paso de los años.


El tercero y último fue su premio, el trofeo Zamora, al portero menos goleado de la Primera División. El cancerbero que más veces se ha hecho con él es otro mito de las porterías, Ramallets, con 5 entorchados.

Justo un escalón por debajo se encuentra Acuña, guardameta del Deportivo en los 40, y Cañizares. La temporada pasada, el portero del Celta, Pinto le arrebató el galardón al de Puertollano en la última jornada.

Santiago Cañizares quiere el quinto Zamora para erigirse como uno de los grandes, y precisamente el domingo en Balaídos tendrá en la portería de enfrente al último ladrón. Es el momento de la venganza.

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Tirar la piedra y esconder la mano

Era un día tranquilo. Estaba escribiendo mi página del Diario de Valencia cuando un compañero me contó la noticia, la Cuperativa había sido puesto en duda.

Ernesto Bronzetti, intermediario italiano, había insinuado que aquel equipo del Valencia que llegó a la final de París con jugadores como Gerard, Farinós o Mendieta, había sido tratado por Eufemiano Fuentes. Con todo lo que ello conlleva.

Hablar es gratis, pero decir tonterías también. Las insinuaciones del italiano son muy graves. En verano, el ciclismo quedó tocado con la 'Operación Puerto', y algo así podría pasar con el Valencia.

En el deporte, el que se dopa es algo más que un tramposo. Tramposo es aquel que simula el dolor o se deja caer en el área, pero doparse es subir un escalón más, es un delito deportivo.

No sé qué interés puede tener este señor en manchar de tal manera la imagen del Valencia, pero lo que está claro es que en cuanto tuvo conocimiento de todo el revuelo que podían montar sus palabras salió a desdecirse.

Confío en el Valencia, y a patir de ahora Bronzetti pasará a mi extensa lista de PAYASOS.

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Despelote total

Pues va a ser que Joaquín tenía razón y todo. La selección es una causa perdida que se hunde poco a poco como un barco en medio del océano. Además el único que puede arreglar todo este problema se niega a hacerlo, ya que Villar continúa confiando en Aragonés, o eso dice.

No he podido ver el partido en condiciones debido a la obligación profesional, por lo que no sería correcto que realizase un análisis de la derrota de España en Solna.

De todas formas tampoco hay que ser un "sabio" para saber que la selección no va a ninguna parte, y si lo hace es rumbo del cementerio futbolístico, fuera de Austria y Suiza.

Ahora todo pasa por ganar a Dinamarca en el próximo partido del grupo. Cómo me recuerda ese encuentro a aquél que nos clasificó para el Mundial de EEUU. Vida o muerte, cara o cruz, doble o nada. Y mucho me temo que será con Aragonés en el banquillo.

A todo esto el técnico de la 'Roja' en aquella cita contra los daneses en Sevilla fue Clemente, un entrenador que está en el buen camino para clasificar a Serbia para la Eurocopa.

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¿Corazón o cabeza?

Cuando alguien dice la verdad ¿hace bien o mal?

¿No es la Selección un auténtico despelote?

¿Por qué sigue Luis Aragonés de seleccionador?

¿Cuándo dejará el Valencia de utilizar el tan manido 'lavado de cara' con algo prácticamente indefendible?

¿Por qué Joaquín le echa la culpa a la prensa si sabe perfectamente lo que dijo?

¿Qué queremos, corazón o cabeza?

¿Está preparada la sociedad para escuchar la verdad?

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¿Quién dijo miedo?

Sería de tontos negar que el número 7 en la selección española está marcado por Raúl, pero sería de más tontos pensar que ese número es el del madridista, no el de España.

David Villa se ha atrevido a pedir el número que hasta hace unos días era "propiedad exclusiva" de Raúl. El Guaje lo ha hecho como si se tratase de lo más normal del mundo´-que lo es, pero los comentarios de Madrid quieren disfrazarlo como una falta de respeto-, y hace bien, porque es un claro síntoma de que es un ganador nato.

Villa no se arruga ante nada ni ante nadie, y difícilmente lo haga ante el rodillo mediático de Madrid, que es más rodillo cuando se trata de la selección.

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El examen de Curro

La papeleta de Curro Torres el domingo pasado contra el Nàstic no era sencilla de afrontar. Tras quedarse fuera del once en varias ocasiones, el catalán recuperaba el carril del 2 para demostrar que no se le había olvidado jugar al fútbol.

El nivel demostrado por Miguel tampoco ha contribuido a que Curro encontrase un hueco por el que asaltar el lateral derecho. El portugués ha sido uno de los más destacados y ha rozado la perfección en todas sus actuaciones.

Desde el partido en Salzburgo, en el que todo el equipo rayó a un nivel inferior al esperado, el internacional español no había disfrutado de minutos con los que reivindicarse.

4 encuentros de Liga y 3 de Champions si contamos la vuelta de la previa, que Curro Torres ha tenido que ver desde casa o desde el banquillo, algo a lo que no estaba acostumbrado el '23'.

La lesión de Miguel en el Mundial de Alemania parecía abrirle una puerta de esperanza, pero Quique le relegó a un tercer plano al colocar a Angulo en su puesto en dos partidos consecutivos -Salzburgo y Betis-.

Ese ostracismo al que mandó el madrileño a Curro Torres se puede entender como un gesto hacia la dirección deportiva. Curro tiene muy complicado tener minutos en este Valencia y Ruz puede ser la solución la próxima campaña.

De todas formas, ya nadie le puede arrebatar al catalán el honor de formar parte de los jugadores centenario del club ché. Curro cumplió contra el Nàstic 100 partidos con la camiseta valencianista, y esa es una de sus mayores alegrías de los últimos tiempos.