Aimar, ¿el fin del enganche?

Durante mi estancia en Ibiza se han producido una serie de noticias importantes en el seno del Valencia. La más relevante de todas ellas es la marcha de Pablo Aimar al Zaragoza. Para que se conozca mi opinión al respecto, cuelgo un artículo de Julian García Candau sobre el futbolista.

"Pablo Aimar es un jugador que pertenece a la clase social de quienes son más bonitos que buenos. En Mestalla gozaba de toda clase de prebendas. El público le adoraba. Le bastaban dos acciones imposibles, dos jugadas en las que atropella la razón y que, consecuentemente, acaban en la nada, para que el público se emocione con él.

Tiene carisma, condición que ahora se adjudica con prontitud a cualquier personaje público sea futbolista, torero, cantante o alcalde de Marbella. Tengo la impresión de que poner en cuestión a Aimar es correr el riesgo de toparse con descalificaciones de toda clase. Era el jugador con más clase del Valencia. En un equipo en el que hay estajanovistas meritorios destaca quien aporta improvisaciones y soluciones distintas. Su juego en numerosas ocasiones es, a ratos, tan vistoso como ineficaz.

Aimar es futbolista de esa misión indefinida que se ha inventado en los últimos años para justificar la presencia de determinados futbolistas. La segunda punta es una manera de no ser. Aimar podría ser un genio si asumiera el papel de director del juego valencianista. Si se hubiese situado junto a Albelda, para que éste hiciera de tapón y él dirigiera el ataque como auténtico director de orquesta, su labor subiría de tono. Pero este papel no lo ha ejercido. Es responsabilidad con la que no carga.

Con su colocación en el campo el Valencia juega con un solo delantero y de esta manera es muy difícil marcar goles. Pablo, como segundo delantero es poco decisivo. La prueba está en la escasez de tantos que marca. Tampoco asegura tres pases de gol en cada partido. Aimar no es capaz de cargar con la responsabilidad de dirigir a sus compañeros. Tal peso le supera. Aimar era el lujo del Valencia, un lujo de escaparate, y como tal se debe considerar. Y ello, con todas sus consecuencias."