Vicente y la maldición Seguí

A pesar de la evolución del fútbol, el balompié moderno aún tiene cabida para supersticiones varias. Una de las más históricas del Valencia -aunque ya olvidada- es la maldición Seguí.

Vicente Seguí -no confundir con el ganador de una edición de Operación Triunfo- fue jugador del club de Mestalla desde 1946 hasta 1959 y en su palmarés hay una Liga y dos Copas.

Seguí era zurdo, jugaba de 11 y su evolución fue altamente irregular. Combinaba épocas de juego sublime y eléctrico con otras en las que pensaba que tocar la pelota daba mala suerte.

Era un futbolista que controlaba el balón con las dos piernas y su aceleración progresiva y zigzagueante desalentaba a los defensas. Tenía un tiro seco y dicen que ha sido el mejor lanzador de córners que han visto las gradas de Mestalla.

También era muy irregular. Todas las temporadas sufría una fase errática de juego pero, así con todo, era el dueño de la banda izquierda. Los directivos ficharon un sinfín de sustitutos para el valenciano -Cabillo, Nogueras, Marroig, Antó, Macario...- pero ninguno fue capaz de desbancarle de la línea de cal.

Candidato tras candidato iban cayendo. Ninguno lo consiguió. Todos se marcharon por donde vinieron. No encontraron la gloria en Valencia. En ese preciso instante fue cuando nació la maldición Seguí. Y es que siempre y por alguna razón -lesiones en su mayoría- él era el que nunca perdía.

La maldición traspasó incluso el tiempo que el propio jugador permaneció en la plantilla. Nando Yosu, el tantas veces entrenador recurso del Racing de Santander, fue una de sus víctimas y quizá Vicente Rodríguez esté sufriendo sin saberlo un problema más allá de lo físico. Algo más que improbable.