La media gloriosa (Enrique Molina)

El más veterano de los integrantes de la 'media gloriosa' era Enrique Molina. Más útil en defensa que en ataque, poseía un remate de cabeza portentoso. Empujaba al equipo con su físico, fuerte y aguerrido.

Que era un tipo batallador se le veía en la cara. Sólo su nariz (que le dio varios quebraderos de cabeza en forma de lesión) ya generaba prudencia entre los rivales. Si jugase hoy en día bien podría ser un Zokora o un Toure cualquiera.

Su estilo era un homenaje constante a la fuerza. No desvanecía ni en los escenarios más beligerantes. Su repertorio de carreras y actitud combativa fue aplaudido más de una vez fuera de Mestalla (generalmente en los campos del Norte).

A Molina le salía todo del corazón, incluso era conocido por sus inverosímiles pases de pecho. De lo que no cabe duda es de que infundía respeto, tanto entre sus compañeros como entre los aficionados. Estaba tan seguro de ello que en una ocasión introdujo su coche en el campo para llevarse a un árbitro que estaba siendo increpado.

Su despliegue en el césped dependía mucho de su estado de forma, y cuando las fuerzas menguaron su nivel de juego lo hizo en la misma proporción. Entonces aceptó rebajarse el sueldo como muestra de franqueza.

Fue el único de los tres que alcanzó la internacionalidad, en 1927, aunque muchos no la consideran válida al ser en la selección española B. Disputó 165 partidos oficiales de blanquinegro, en los que marcó 14 goles. Además ganó seis Campeonatos Regionales.

Falangista declarado, igual que luchó por el Valencia lo hizo en el bando nacional durante la Guerra Civil. Posteriormente se enroló en las filas de la División Azul. Murió en una moto con sidecar en la que transportaba a un oficial alemán al caerles encima un obús ruso durante el cerco de Leningrado en 1943.